Nuestro maestro budista es, al mismo tiempo, nuestro ejemplo, nuestro mejor amigo y un espejo carente de miedo para nuestro desarrollo. Este maestro —o maestra— nos muestra nuestra naturaleza búdica, nos guía a través de los juegos del ego y nos da valor para explorar el vasto potencial que cada uno de nosotros posee. En la vida, aprendemos ciertas cosas, como tocar el piano o manejar un auto, a través del ejemplo y la guía de un maestro. Reconocer la naturaleza de la mente es mucho más difícil que aprender sobre cosas ordinarias, por lo que el maestro budista es aún más importante.

“Cuando lo has aprendido todo de tu lama, tu mente y la mente de él son una”. Kalu Rinpoche

Especialmente en el Camino del Diamante, la conexión con un maestro realizado permite la transmisión holística de experiencia y entendimiento. Podemos ver ejemplos de esto en la vida de los maestros del linaje Kagyu. Desde Naropa hasta Gampopa y los diecisiete Karmapas, todos afirman con agradecimiento haber alcanzado la meta por medio de la bendición de sus lamas. De esta manera, las enseñanzas más importantes y directas del Buda han sobrevivido hasta el presente gracias a la actividad de estos sostenedores de la experiencia de carne y hueso.

¿Cómo encontrar un maestro budista?

¿Quiero comprar lo que él vende? Si meditamos en el maestro, nos convertiremos en alguien como él. Por eso, a modo de guía rápida, podemos preguntarnos si queremos obtener las cualidades del maestro: ¿Queremos ser como él dentro de diez años?

El camino a la iluminación es vasto e intrincado, por lo que deberíamos tratar de encontrar un maestro que conozca las enseñanzas budistas y que haya alcanzado grados de realización de la naturaleza de la mente. Vale la pena invertir algo de tiempo y de nuestra mente en chequear al maestro.

Es bueno recordar que no es sino hasta que alcanzamos la liberación que vemos realmente el mundo; hasta entonces, vemos el contenido de nuestra propia mente. Como dicen los tibetanos, “es difícil ver la cima de una montaña más alta desde una más baja”. Entonces, ¿cómo podemos nosotros, siendo estudiantes, evaluar el conocimiento y la realización de un maestro?

En primer lugar, debe pertenecer a un linaje auténtico y haber recibido la autorización para enseñar de su propio maestro. Si, además de conocimiento, muestra compasión al trabajar siempre por los demás y al poner las necesidades de sus estudiantes por encima de las propias, es una buena base. Siempre es útil conocer a otros de sus estudiantes: deberíamos ver si el ambiente es bueno y si podríamos relacionarnos en el nivel humano.

Los maestros “comunes”, como nuestros amigos en los centros y los maestros laicos del Camino del Diamante que dan explicaciones sobre budismo, pueden darnos información sin necesidad de que se genere una conexión cercana especial. Sin embargo, elegir un lama, un maestro liberado, implica permitirle entrar en nuestra mente en el importantísimo nivel de la visión. En el Camino del Diamante, no vemos al maestro con una persona sino como un espejo de nuestro propio potencial. Entonces, una vez que hayamos elegido un buen maestro, vale la pena verlo en el nivel más alto que su realización puede sostener. Esto confirma nuestra propia riqueza interior existente.

“El rol de un maestro budista no es complicado para nada. Simplemente hace y dice lo mismo. La decisión de elegir o no elegir un maestro, con todas sus cualidades, es una decisión del estudiante”. Lama Ole Nydahl, Las cosas como son