La meditación es un regalo de la mente a sí misma. -Lama Ole Nydahl-

Para empezar una meditación, primero calmamos y enfocamos la mente. Por lo general, para hacerlo nos concentramos en la respiración o en un objeto. Luego, utilizamos esta atención focalizada para desarrollar un entendimiento profundo. La meta última de la meditación budista es el entendimiento espontáneo de la naturaleza de la mente: la iluminación.
Al meditar en el Buda o en las cualidades búdicas de un maestro liberado o iluminado, se logran ambos resultados. La forma externa atrae y mantiene nuestra atención, y, con el entendimiento de que nuestra propia naturaleza es iluminada como la del Buda, podemos hacer un rápido progreso.
Para probar una meditación simple en el Buda, puedes seguir las instrucciones del lama Ole Nydhal en este video. El video está en inglés, sin subtítulos.

La meditación es un método profundo que llega lo suficientemente hondo como para permitirnos alcanzar la completa iluminación. Sin embargo, mientras todavía estamos en el camino a la meta última, es posible que notemos varios otros beneficios.

Cuando nos distraemos durante la meditación, traemos nuevamente la atención al objeto en el que estamos meditando. De esta forma, practicamos no dejarnos llevar por las emociones o los pensamientos; tan solo somos conscientes de ellos. Cuando este hábito comience a “filtrarse” en nuestra vida diaria, probablemente descubramos que nuestras relaciones con los demás mejoran. Ya no reaccionamos enseguida con ira o celos y, si lo hacemos, nos recuperamos en menos tiempo.

La meditación puede darnos una perspectiva más amplia, lo que, a su vez, puede llevarnos a estresarnos menos; y sufrir menos estrés, además, nos otorga una serie de beneficios físicos y mentales. En lo que respecta al cuerpo, puede mejorar la calidad del sueño y aumentar nuestra energía, y, en términos psicológicos, somos simplemente más felices.

Luego, nos resulta natural usar ese excedente producido en la meditación para ayudar a otros. Tratamos de usar nuestra creciente claridad para ver cómo ofrecerles a los demás lo más beneficioso en el más largo plazo posible. Después, ponemos nuestra energía en eso. Cuando actuamos de esta manera, creamos más impresiones positivas en nuestra mente, las cuales, a su vez, hacen nuestra meditación más fácil y más eficaz.

Los principios de calmar la mente (en tibetano, shine; en sánscrito, shamata) y de generar un entendimiento profundo y espontáneo (en tibetano, lhaktong; en sánscrito, vipassana) se aplican a todo tipo de meditación budista.

Una especialidad del budismo tibetano son las fascinantes meditaciones en formas de luz y energía. Algunas de estas meditaciones también trabajan con las energías internas del cuerpo y tienen efectos muy fuertes, y, por lo general, deben aprenderse en retiro. Sin embargo, muchas de ellas no son tan prácticas para los estilos de vida modernos occidentales. El Yoga del Calor Interno, uno de los Seis Yogas de Naropa, por ejemplo, es muy práctico para mantener el calor en las nevadas montañas del Tíbet.

Un método de meditación especial que es en particular apreciado por la escuela Karma Kagyu de budismo tibetano es la identificación con el maestro (en sánscrito, Guru Yoga). Cuando meditamos en un maestro iluminado, recordamos que este ha obtenido la realización de la naturaleza de la mente —es decir, experimenta esa naturaleza—.

La forma externa del maestro, por consiguiente, representa para nosotros la mente iluminada propiamente dicha. Si no poseyéramos estas cualidades iluminadas, hacer una meditación como esta no tendría mucho efecto, pero las poseemos. La iluminación está más allá de todos los límites, lo que significa que debe estar siempre y en todos lados. Todos los seres, incluidos nosotros mismos, somos Budas que aún no lo experimentamos.

Nuestra apertura al ejemplo viviente del maestro nos muestra cómo es la iluminación en la vida real. Así, nos damos cuenta de que no es algo abstracto o solo para otros, y esta confianza en nuestra propia naturaleza búdica nos permite experimentarla cada vez más.

Cuando miramos al maestro, vemos las cualidades afuera; cuando observamos dentro de nuestra propia mente durante la meditación, las experimentamos adentro. Al final, nos damos cuenta de que esta separación entre adentro y afuera no puede sostenerse más.

De alguna manera, todas las meditaciones del Camino del Diamante son meditaciones en el maestro. Esto resulta especialmente claro en la Meditación en el XVI Karmapa, el Gurú Yoga del Ngöndro (las Prácticas Preliminares) y la Meditación en el VIII Karmapa.

“Disolver nuestra propia mente con la mente del maestro es la práctica más profunda y el camino más corto hacia la realización. Es la fuerza vital de este camino y la práctica que reúne a todas las demás”. Dilgo Khyentse Rimpoche (1910-1991)

“Siéntate a meditar veinte minutos cada día- a menos que estés muy ocupado. En ese caso, deberías sentarte por una hora”. Proverbio Zen

Para obtener mejores resultados, los maestros budistas aconsejan meditar regularmente. Muchos de nosotros tenemos una agenda muy ocupada, entonces, ¿qué estrategias podemos usar para integrar la meditación diaria a nuestra vida?

Cómo integrar la meditación a la vida diaria

Después de probar la Meditación en el XVI Karmapa en un centro del Camino del Diamante, ¿qué sigue? Si te gustan la sensación general que deja esta meditación central y la gente que conociste en el centro, es probable que los métodos de meditación del Camino del Diamante sean adecuados para vos. En todos nuestros centros se ofrece la Meditación en el XVI Karmapa por lo menos una vez por semana, pero también podemos usar estos métodos en otros momentos.

Tiene sentido tomar refugio no bien uno se levanta, es decir, abrirse a la meta de la iluminación, a las enseñanzas que nos llevan allí, a nuestros amigos en el camino y al maestro escogido. Enfocar nuestra mente en valores duraderos y fortalecer el deseo de ser útiles para los demás nos dan un excelente marco para el día.

Habiendo tomado refugio, podemos usar breves momentos a lo largo del día, cuando el jefe ha salido o los niños están dormidos, para sesiones informales de meditación. Llevar a cabo una versión más corta de las meditaciones en el maestro que ya hemos aprendido y practicado formalmente es una excelente manera de bajarse de la rutina de nuestra actividad habitual. Y, por supuesto, incluir una sesión de meditación formal —siguiendo el texto de la meditación tal cual está formulado— al comienzo o al final de cada día (o cuando sea posible) nos garantiza que no solo estamos envejeciendo, sino también volviéndonos más sabios.

Primero que todo, traten de ver a todos y todo desde el nivel más alto posible. Mediten cuando sea posible, incluso si es por unos pocos minutos. No juzguen sus meditaciones y disfruten del espacio consiente detrás y entre las experiencias. Es su esencia búdica y la fuente del gozo ilimitado más alto. –Lama Ole Nydahl, entrevista publicada en Buddhism Today, número 20-

Después de aprender una meditación por medio de obtener las explicaciones pertinentes y de meditar con alguien en el centro, puedes practicar en casa o en cualquier lado, no solo en el centro budista.

Muchos practicantes del Camino del Diamante combinan ambos métodos —la comodidad de meditar en casa y el apoyo de hacerlo en el centro budista con gente que hace la misma meditación que uno—. En el centro budista, siempre hay alguien disponible para responder las preguntas que podamos tener acerca de la práctica de meditación. Esto es especialmente útil si decidimos que queremos tomar el budismo del Camino del Diamante como nuestro camino y empezar el Ngöndro, las Prácticas Preliminares del budismo tibetano.

Estar cerca de la sangha (el grupo de practicantes budistas) es una excelente manera de fortalecer la amistad así como la práctica. El rico intercambio humano con amigos que recorren el mismo camino que nosotros es un verdadero regalo y un espejo útil para nuestro desarrollo.